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martes, 4 de abril de 2017

Santas Incongruencias Bartman

Tal como lo denunciábamos en su momento, el anuncio del final del proceso de desarme de ETA tuvo uno de sus momentos más incongruentes cuando los tres obispos de la CAV decidieron romper su silencio para posicionarse en sintonía con la posición oficial de la corona borbónico-franquista.

Pues bien, desde el ámbito religioso le han enderezado la plana a Munilla y compañía según este artículo publicado en Naiz:


Los colectivos Comunidades Cristianas Populares, Herria 2000 Eliza, la Coordinadora de Sacerdotes de Euskal Herria y Atxik Berrituz han manifestado su malestar a causa de la posición que los obispos vascos han adoptado ante la cuestión del desarme de ETA.

En un comunicado, las agrupaciones Comunidades Cristianas Populares, Herria 2000 Eliza y la Coordinadora de Sacerdotes de Euskal Herria han expresado su malestar por la posición expresada el pasado 24 de marzo por los obispos Mario Iceta (Bilbo), José Ignacio Munilla (Donostia) y Juan Carlos Elizalde (Gasteiz) en una entrevista conjunta publicada por el diario ‘El Correo’.

En dicha entrevista, los prelados afirmaban que habían recibido «con alegría» la noticia del desarme de ETA, aunque lo calificaban de «insuficiente», y apuntaban que «la única respuesta que la sociedad espera es la disolución definitiva» de la organización, porque su mera existencia «es una amenaza».

A juicio de los citados grupos cristianos, estas declaraciones resultan «dolorosamente frustrantes y parciales, alineadas con el poder central», ya que «reflejan las posiciones de un sector» y «no recogen el sentimiento y deseos sinceros de muchas otras personas».

Tras sostener que las palabras de los prelados «no se corresponden con la gravedad y amplitud del problema y con el sentir de la mayoría» del pueblo vasco, los tres grupos firmantes recuerdan las palabras de la Carta Pastoral ‘Preparar la paz’, firmada en 2002 por los antecesores de los actuales obispos.

En dicha carta, los anteriores obispos sostenían que «la pacificación de este país entraña, desde luego, la desaparición de ETA. Pero los problemas que es preciso resolver para alcanzar la paz no terminan ahí. Para comprender y sortear las dificultades para la paz en nuestra tierra es preciso enfocar correctamente otra realidad que viene de lejos».

Estos colectivos piden a los obispos que «reclamen la desaparición de todas las violencias e injusticias culturales, políticas, judiciales, policiales (tortura y malos tratos), y en especial de la política penitenciaria».

También les exigen que promuevan un «diálogo honesto y abiertos con todas las tendencias de la Iglesia vasca, evitando posicionamientos parciales», al tiempo que piden que hagan «autocrítica» por «sus silencios ante flagrantes injusticias».

Por último, les instan a que «tengan en cuenta y reconozcan a todas las víctimas de un conflicto que parece que no interesa resolver».

Las Comunidades Cristianas Populares, Herria 2000 Eliza y la Coordinadora de Sacerdotes se prestan a «colaborar en el esclarecimiento de las injusticias cometidas en el irresuelto conflicto político, lo cual exige la memoria, la verdad, la justicia y reparación asumiendo las respectivas responsabilidades».

A su juicio, la decisión de desarme de ETA constituye una «importante y decisiva oportunidad para afrontar las diferentes dimensiones y causas del conflicto histórico y poder así superar los efectos desoladores de enfrentamientos y violencias generadoras de tantas víctimas y sufrimientos a lo largo de este prolongado periodo».

Atxik Berrituz llama al 8 de abril

En otra nota, el colectivo de cristianos por la paz en Euskal Herria, Atxik Berrituz, ha aplaudido la iniciativa de la sociedad civil y su implicación en el desarme de ETA, ya que lo considera un «paso imprescindible en el camino de la paz y la convivencia».

En ese sentido, han llamado a la sociedad a responder al llamamiento de los «artesanos de la paz» y acudir a Baiona el próximo sábado, 8 de abril.

En una línea similar a la manifestada por los colectivos anteriormente citados, han rechazado «el silencio y la falta de implicación» de los obispos vascos, «especialmente del de Baiona».






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