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sábado, 8 de abril de 2017

Construyendo un Infierno para Marcelino

Vamos a dejarlo bien claro, no existe la izquierda misógina. Si algún varón trasnochado anda por ahí defendiendo la estructura creada por el patriarcado y tiene la osadía de decirse militante de izquierda dicho varón es un mentiroso, un embustero, un simulador.

Eso es lo que es en realidad Marcelino Perelló Valls, un tipejo que se dice anarquista pero que es en realidad un machirulo de derechas agazapado en una trinchera que no le corresponde.

Dicho lo anterior, aquí una réplica al ahora cesado Perelló publicada en la página Antes de Eva:

Marcelino, desde hace años te he escuchado en Sentido Contrario en compañía de mi familia. Cuando visité el memorial del 68 en Tlatelolco y vi tus entrevistas,  cuando he leído tus opiniones en el Excélsior y cuando releo lo que escribías en los diálogos sobre el 68, he sentido siempre algo de simpatía. Puedo no estar de acuerdo contigo en mil cosas, pero y qué, la irreverencia siempre se agradece.

Por la mañana mi grupo de amigas comentaba el audio extraído de tu programa del martes pasado. Mi grupo de amigas y yo somos este tipo de muchachas, a las que les dicen “guapa” y se ofenden, y desde luego nos ofende tu apología a la violación al decir que “tampoco eso que dice Javier de que te metan los dedos es para armar un desmadre estrepitoso”.

Quizás te cuesta demasiado llamarnos feministas en lugar de muchachas, o saber que no se trata de ofendernos sino de defender nuestro derecho de ocupar el espacio público sin ser agredidas sexualmente por ello.

Quizás también te cuesta trabajo entender que al ser concebida como lo expresaste: “la violación implica necesariamente verga”, el poder judicial ha conseguido hacer que millones de denuncias sobre violencia sexual no procedan legalmente por no comprobarse la penetración. Es decir, que el hecho de que “la violación implique verga” tiene como resultado casos de abuso sexual no denunciados, y que otros tantos, que sí son denunciados, queden impunes.

Me gustaría que lo entiendas, pero sé que no lo harás. Las muchachas que nos ofendemos por el abuso sexual estamos evidentemente indignadas por tu apología a la violación. Me extraña que en el 68 no hayas tenido oportunidad de escuchar a tus compañeras de asamblea, a quienes seguramente tampoco les gustaba la violencia sexual ni los machismos de la izquierda misógina que tú y otros hombres construyeron y de los cuales se aprovecharon para erigirse líderes de opinión mientras había quien les resolviera las labores domésticas y de cuidados.

Es triste, Marcelino. Saber que la irreverencia no te alcanzó para burlarte de tu propio machismo, de los privilegios que te permiten hacer comentarios imbéciles en la radio de la Universidad que ha sido cuna del campo de estudios de género, del cual te exhibes como un ignorante cuando quieres hablar sobre el tema. Es triste porque, quienes te hemos leído, sabemos que los chistes misóginos y la cultura de la violación son algo permitido para los progres que tanto has criticado antes.

Es una lástima saber que llegaste al 2017 sin caer en cuenta de cuánto análisis de clase, pero también de raza y género habían hecho tus compañeras. Es que en serio, Marcelino, estamos construyendo un infierno no solamente para los que nos dicen guapas, sino para los que desde su privilegio nos vienen a cuestionar un enunciamiento político necesario en un país feminicida.

Bienvenido al 2017, Marcelino. Somos muchas las muchachas ofendidas, y tú vas a tener que responder.





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