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domingo, 6 de noviembre de 2016

Un Adiós a Gaizka Sopelana

Dentro de la lógica de guerra del régimen español en contra del pueblo vasco podemos encontrar distintos dramas humanos, dentro de los cuales el más visible es el de los presos políticos dispersados por la geografía de los dos estados ocupantes.

No menos lacerante es el drama de los exiliados y los deportados.

Acerca de ello nos habla esta crónica publicada en Naiz:

Los restos de Gaizka Sopelana se funden con las aguas del Ibaizabal

Emotivo homenaje el vivido este domingo en el corazón del Casco Viejo bilbaino, donde unos cientos de personas han participado en la despedida pública al refugiado Gaizka Sopelana Aduriz, que regresó hace escasos tres meses del exilio para tratar de superar una grave enfermedad. Allí, sus amigos han reivindicado la vuelta a casa de presos, refugiados y deportados, «no a morir», antes de aventar sus cenizas a las aguas del Ibaizabal, junto al puente de San Anton.

@goikodeustu

Unos cientos de personas se han dado cita hoy al mediodía en Portal de Zamudio, en pleno corazón del Casco Viejo bilbaino, para rendir un último homenaje a Gaizka Sopelana Aduriz, que después de 35 años exiliado retornó a tierra vasca para ser tratado de un tumor maligno en el pulmón. A pesar de su resistencia, su delicado estado de salud no le permitió superar las complicaciones y murió el pasado miércoles en el Hospital de Cruces.

Al son de la txalaparta se ha iniciado el sencillo acto, donde Alejandro Ugalde, de 88 años, ha recordado el «compromiso y osadía» de Sopelana Aduriz, que heredó, ha subrayado, de su padre y madre, comprometidos con la causa vasca. El veterano militante independentista ha comentado que conoció al homenajeado desde su nacimiento, por la relación que mantuvo desde 1944 con su padre, uno de los militantes de Resistencia Vasca que en la década de los 40 se enfrentó al fascismo. Fue, ha rememorado, uno de los resistentes que volaron hasta en tres ocasiones el busto del general fascista Emilio Mola, ubicado en pleno Arenal y que los franquistas desistieron de instalar tras los sucesivos ataques.

Ugalde también ha tenido palabras de ánimo para la compañera del fallecido, una joven mexicana a la que ha agradecido en su persona la hospitalidad de México durante décadas a los vascos perseguidos por su compromiso político. A continuación, dos dantzaris han bailado un agurra al son de la trikitixa a la compañera y familiares del exiliado, acompañados por amigos.

Han sido estos los que han tomado la palabra a continuación para incidir en el compromiso adquirido por los huidos de aportar al nuevo tiempo abierto en Euskal Herria a pesar de las agresiones de los estados español y francés. Han remarcado la importancia de que todos los represaliados retornen al país, añadiendo que «no podemos permitir que las personas vuelvan a casa a morir», En este sentido, han destacado que Gaizka Sopelana no llegó a hacerlo, pues desde el avión fue conducido al hospital para ser atendido. «No logró volver a casa», han incidido con pena.

Una prima de Gaizka, en nombre de la familia, ha agradecido el arrope que han sentido durante semanas por parte de muchas personas, que hicieron posible el retorno desde Méxido y luego han estado con ellos todos esos largos días en que el refugiado trataba de superar su delicado estado de salud en la UCI de Cruces.

Desde México se ha escuchado una breve grabación de los refugiados que allí permanecen, destacando el compromiso militante de su compañero. También se ha leido la carta remitida por otro exiliado del Casco Viejo, que lleva tres décadas alejado del Botxo, destacando la figura de Gaizka Sopelana, con el que no tuvo la oportunidad de estar en persona en estos últimos compases de su vida, pero sí pudieron hablar por teléfono.

El acto en Portal de Zamudio ha finalizado entonando los presentes La Internacional y Eusko Gudariak antes de dirigirse a la trasera de la iglesia de San Anton, junto al también emblemático puente que forma parte del escudo de Bilbo. Allí, la compañera y la prima de Gaizka Sopelana Aduriz, acompañadas de dos amigos, han aventado sus cenizas con una ikurriña con crespón negro. Los restos de refugiado se han mezclado con las aguas del Ibaizabal mientras los presentes arrojaban claveles.





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