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viernes, 22 de enero de 2016

Esclarecer Todos los Casos

Para archivar en la pestaña de "Suelos éticos" les compartimos este artículo publicado en Naiz:

¿Por qué secuestraron a Lasa y Zabala?

Ya que tanto insisten en denunciar que muchos de los atentados cometidos por ETA siguen sin ser del todo esclarecidos, no está nada de más recordar que otro tanto sucede con el 100% de los atentados debidos a la guerra sucia, y que la Justicia española sigue sin querer saber nada sobre la identidad del responsable máximo de los GAL, el bien conocido señor X.

Xabier Makazaga | Investigador del terrorismo de estado
Aunque la gran mayoría de la gente considere resueltos algunos casos de guerra sucia, la realidad es que la Justicia no ha esclarecido del todo ni uno solo de los innumerables crímenes cometidos por el Estado español sirviéndose de las más variadas siglas: ATE, GANE, BVE, GAL…

Sirva como ejemplo lo sucedido con el caso Lasa-Zabala, en el que fueron no pocos los agentes del cuartel de Intxaurrondo claramente implicados en el secuestro, torturas y asesinato de ambos refugiados que no pagaron un solo día de cárcel, pese a las contundentes pruebas en su contra. Además, nunca se ha esclarecido el verdadero objetivo de aquel secuestro.

Se sabe que justo antes de que ambos desaparecieran, en octubre de 1983, quisieron secuestrar, con la ayuda de tres policías franceses, a Txomin Iturbe, Antxon Etxebeste y Juan Lorenzo Lasa Mitxelena Txikierdi, entonces máximos responsables de ETA (m). Los policías galos iban a detenerlos, «con alguna excusa legal» y entregarlos narcotizados en la frontera «a agentes del acuartelamiento de Intxaurrondo que los trasladarían inmediatamente al Palacio de La Cumbre».

Fue precisamente a La Cumbre, propiedad del Gobierno español, a donde llevaron esos mismos agentes de Intxaurrondo a Lasa y Zabala, y salta a la vista la enorme diferencia entre el proyecto inicial de secuestrar a los máximos dirigentes de ETA y el resultado final.

El general José Antonio Sáenz de Santamaría dejó muy claro en su día que los militantes de ETA detenidos les daban información (tras torturarlos a fondo, por supuesto) y los muertos satisfacción. Y no cabe duda de que la máxima satisfacción la obtuvieron con los secuestrados a quienes, antes de matar y hacer desaparecer, arrancaron muy valiosa información. De ahí que secuestraran o intentaran secuestrar siempre a militantes que, estaban persuadidos, disponían de información muy relevante, algo que no sucedía en absoluto en el caso de Lasa y Zabala.

Un par de días antes de que ambos desaparecieran en Baiona, intentaron secuestrar a otro refugiado, Kandido Ostolaza, con el resultado de cuatro poli­cías españoles detenidos y puestos casi de inmediato en li­bertad, pese a ir todos ellos armados. Y pocos días después se produjo un nuevo intento de secuestro, el de Joxe Mari Larretxea, que volvió a saldarse, como el de Ostolaza, con nuevas detenciones de policías españoles.

Entonces se apuntó a una hipótesis sobre el secuestro de Lasa y Zabala que tiene todos los visos de ser muy certera: «Teniendo en cuenta la adscripción cercana a ETA (m) de los refugiados desaparecidos en Baiona y la cercanía a los polimilis de Larretxea y Ostolaza, podría tratarse de una acción policial que, siguiendo las sugerencias del Plan ZEN, tratara de crear un enfrentamiento entre las distintas organizaciones armadas vascas presentando los secuestros como acciones de hostigamiento mutuo».

Los fiascos que sufrieron tanto en el intento de secuestro de Kandido Ostolaza como en el de Joxe Mari Larretxea, echaron por tierra sus pretensiones, pero de no haber sido así es obvio lo que hubiera sucedido. Hubiesen puesto a funcionar sus fuentes de intoxicación habituales para achacar las desapariciones a enfrentamientos internos, como hicieron en los casos de Eduardo Moreno Bergaretxe Pertur y José Miguel Etxeberria Naparra.

Un acta del servicio secreto de la época, Cesid, conocida como «acta fundacional de los GAL», también hacía hincapié, como el Plan ZEN, en que convenía encubrir las acciones de guerra sucia como si fuesen el resultado de enfrentamientos entre diversas ramas de ETA, y todo apunta a que siguieron al pie de la letra dichas instrucciones.

En aquella «acta fundacional» se ponía especial énfasis en que la forma de acción más aconsejable era «la desaparición por secuestro» de dirigentes de ETA. De ahí que sus objetivos prioritarios fuesen Txomin, Antxon y Txikierdi, pero el secuestro por parte de ETA (pm) del capitán Alberto Martín Barrios vino a trastocar todos sus planes. Los trastocó porque, como reconoce un coronel al que entrevista Vicente Almenara en su libro “Los Servicios de Inteligencia en España”, Martín Barrios era del Cesid. Y por eso es muy probable que estuviera informado sobre las acciones de guerra sucia que se iban a perpetrar en Iparralde.

En ese contexto cobra pleno sentido el secuestro de Lasa y Zabala, y también el reparto de trabajo sucio que pienso se hizo entre la Policía de Bilbo y la Guardia Civil de Intxaurrondo. Considero probable que a los primeros se les fijara como objetivo el secuestrar a algún militante de ETA (pm) que dispusiera de información relevante sobre los secuestradores de Martín Barrios, y a los segundos el secuestro de cualquier refugiado cercano a ETA (m), a fin de simular un enfrentamiento entre ambas ramas de ETA.

Ese plan se les fue al garete, pero si hubieran conseguido secuestrar a Kandido Ostolaza, además de a Lasa y Zabala, poca duda cabe de a qué hubiesen achacado las autoridades españolas aquellas tres desapariciones. ¿No es cierto, señor X?


Y bueno, de paso que se enteren los de ATA que el juego que están jugando no ha pillado desprevenido a nadie.





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