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domingo, 24 de enero de 2016

Bergoglio Mima a Madrid

El argentino Jorge Mario Bergoglio, mejor conocido como Papa Francisco I, ha dejado bien claro que su oficina sigue siendo fiel al régimen que El Vaticano ayudase a imponer a los pueblos del estado español allá en 1936.

No podemos olvidar que fueron los "buenos oficios" de Achille Damiano Ambrogio Ratti alias Pío XI los que convencieron a Benito Mussolini y Adolph Hitler de apoyar la revuelta militar organizada por Emilio Mola y Francisco Franco, sin olvidar que fue precisamente él quien organizara a los grupos terroristas ultracatólicos denominados "Cristeros" quienes buscaban desestabilizar al gobierno revolucionario mexicano y castigarlo así por la incliación claramente laica de la Constitución de 1917.

Mucho menos podemos obviar que el conocido como Papa de Hitler, Eugenio Maria Giuseppe Giovanni Pacelli, o sea su sucesor Pío XII, continuó cobijando al régimen español incluso tras la caída de las potencias militares fascistas.

Bien, tras este breviario cultural, les presentamos este artículo publicado en el Diario Vasco en el cual se vierte una opinión más con respecto a la designación por parte de vatilluminatis del obispo de Gasteiz:

El Vaticano mantiene su hoja de ruta en Euskadi

Completa la renovación del Episcopado vasco con un experto en predicación, alejado de la política, y que tiene mano con los jóvenes

Pedro Ontoso
En la Iglesia vasca no se han tirado cohetes con el nombramiento del navarro Juan Carlos Elizalde Espinal como nuevo obispo de Vitoria, si bien ha sido recibido con cautela y se le ha concedido un margen de confianza. Había expectación por conocer el nombre del sucesor de monseñor Asurmendi, porque se trata del primer movimiento de la 'era Bergoglio' en Euskadi, donde se esperaba una decisión «más audaz» en consonancia con la historia y la trayectoria de la comunidad eclesial de este territorio, más abierta y progresista que otras, y que no ha digerido todavía las últimas designaciones episcopales, sobre todo la de José Ignacio Munilla, obispo de San Sebastián. Incluso se soñaba con la promoción de un sacerdote 'de casa' más identificado con la realidad sociopolítica vasca, pero el Vaticano no hace concesiones en ese terreno. Por eso la elección de Elizalde, un experto predicador que tiene muy buena mano con los jóvenes, ha causado sorpresa y una cierta decepción en algunos sectores.

En efecto, la promoción de Elizalde ha sido una decisión contra todo pronóstico. Las apuestas apuntaban a Navarra, pero también a Gipuzkoa y Bizkaia, este último un territorio que cuenta con sacerdotes y religiosos muy bien preparados. Pero parece claro que en Vaticano sigue sin fiarse del clero vasco. La nunciatura -embajada de la Santa Sede en Madrid- suele solicitar informes de posibles candidatos a los obispos y consulta a figuras eclesiásticas -teólogos y formadores, entre otros- de la zona. Elizalde no estaba en las quinielas, pero parece que era el 'tapado' que encabezaba la pole desde el principio.

La clave, coinciden muchos, hay que buscarla en Fernando Sebastián, arzobispo emérito de Pamplona y Tudela y reconocido con el capelo cardenalicio por el Papa Francisco, con el que ha cultivado una evidente amistad. El purpurado de Calatayud conserva su peso en la Conferencia Episcopal Española -su mano se percibe en el último plan pastoral de los obispos- y mantiene una buena relación con monseñor Omella, nuevo arzobispo de Barcelona y miembro del dicasterio en el que se nombran a los obispos. Y, por supuesto, con Ricardo Blázquez, arzobispo de Valladolid y presidente del Episcopado, que cada vez tiene más entrada en el Vaticano. Son algunas de las 'antenas' de Francisco en España. Aún así, el padrinazgo de Francisco Pérez, actual arzobispo de Pamplona, ha sido muy valioso. De hecho, fue el exarzobispo castrense quien comunicó el nombramiento a los obispos vascos.

Fernando Sebastián recuperó a Elizalde, del que se hablaban maravillas en Madrid por su apostolado en la Universidad Politécnica, en las escuelas de Ingenieros (de Caminos y de Montes). Encajaba en ese ambiente, donde era muy querido por su carácter abierto y bonachón, siempre con una sonrisa permanente. El sacerdote de Mezkiritz, un pueblecito del valle de Erro, apuntaba maneras y sus superiores ya se habían fijado en él. Trabajó cerca de Sebastián cuando le encomendó la misión de activar el servicio religioso en la Universidad pública de Navarra, un terreno laico y comprometido para una curia conservadora como la navarra, y la dirección de las residencias universitarias diocesanas.

Ahí se inicio su carrera. En Navarra, monseñor Pérez, que sucedió a Sebastian en 2007, enseguida le puso galones. Le incluyó en su equipo y le nombró vicario territorial de Pamplona-Cuenca-Roncesvalles, la más importante, con más de 50 parroquias a su cargo en la capital y en su periferia, además de las del ramal a Roncesvalles. Con gran capacidad de trabajo también se hizo cargo de la coordinación del Centro de Direccion Espiritual diocesano y de la pastoral vocacional, antes de ser nombrado canónigo prior de la Real Colegiata de Roncesvalles y aceptar ser el capellán de la Hermandad Paz y Caridad. Además, le quedaba tiempo para dar clases en el Centro Superior de Estudios Teológicos San Miguel Arcángel (el seminario). Es un todo terreno. Su marcha obligará a cubrir los numerosos huecos que deja.

¿Cuales son sus credenciales?

Ha bebido en distintas fuentes ideológicas. Licenciado en Filosofía en la universidad navarra del Opus Dei, en Teología por la Facultad del Norte de España (Burgos), y en Teología Espiritual en la Pontificia de Comillas en Madrid, Juan Carlos Elizalde, que también hizo un 'máster' en Ejercicios con los jesuitas en Salamanca, no es un intelectual. Sí que es un gran predicador. De hecho es profesor de Homilética, el arte y la ciencia de predicar para comunicar el mensaje de Dios. Un experto en homilías. En tiempos de nueva evangelización acertar en la difusión de la Palabra es un gran valor. Dirige ejercicios espirituales para matrimonios y muchos repiten. Incluso muchas parejas viajaban de Madrid a Pamplona para asistir a sus retiros. Y sabe llegar a la gente. Tiene buena entrada con los jóvenes, con los que se ha fogueado durante años en aulas, albergues y campamentos. Su escuela fueron las Cruzadas de Santa María, un instituto secular fundado por el jesuita Tomás Morales, que le envió a realizar su apostolado a la Politécnica. Aquellas milicias eran una incubadora de formadores, con un sesgo conservador, lo que ha suscitado algunos recelos en determinados ambientes.

Terapeuta de Dios

«Eso fue hace muchos años», señala un alto jerarca de Euskadi, que quita hierro a ese pasado, casi un 'pecado' de juventud. Pero lo cierto es que nadie habla mal de él. Al contrario, se le define como una persona dialogante, noble, cercana, querida, que sabe escuchar, que tiene mucha paciencia. Y, sobre todo, que se agota con los problemas de la gente, un 'terapeuta de Dios', que se entrega a los que sufren. Ahí sí encajaría con esa definición bergogliana de que la Iglesia tiene que ser un hospital de campaña para atender a los afligidos. Aficionado a la montaña, es un organizador de excursiones para que la gente pueda remontar sus problemas en grupo en una actividad deportiva. A los jóvenes los ha extenuado con travesías desde Isaba a Hossegor, pasando antes, eso sí, por el santuario de Lourdes. También se los ha llevado a Tierra Santa para reflexionar a conciencia sobre los lugares bíblicos.

Lo que está claro es que no tiene veleidades políticas y ninguna identificación con el nacionalismo. En estos momentos de fuerte tensión identitaria el Vaticano no iba a hacer concesiones en ese campo y menos en Vitoria. El Papa Francisco busca pastores que se concentren en su negociado, en la atención a los mas desfavorecidos y en la evangelización, como grandes prioridades de su tarea. Y Juan Carlos Elizalde, criado en el valle pirenaico de Erro, huele a oveja. La sociedad vasca, además, sigue galopando desbocada a lomos de la secularización, y aquí no ha habido muchas vocaciones, lo que pone la cuenta de resultados con números rojos. La gran preocupación de los nuevos obispos son las vocaciones, el reclutamiento. Iceta esta repoblando el seminario con una docena de candidatos y Munilla también ha conseguido algunos. El seminario de Vitoria, antes una fábrica de curas que completaba su aforo, es hoy un secarral. «El gran objetivo del sucesor de Asurmendi, como el de sus colegas en Bilbao y San Sebastián, es lograr vocaciones. Su obsesión es conseguir clérigos para reproducir su estructura», certifica un observador eclesial de larga trayectoria en Euskadi, convertida en tierra de misión.

Pero los obispos viven encardinados en sociedades complejas, marcadas por la acción política, a la que no pueden hacer oídos sordos. Un principe de la Iglesia, el cardenal Cañizares, acaba de reclamar un Gobierno estable en España, «con el consenso de las fuerzas constitucionalistas», ante la «extrema gravedad» de la situación en Cataluña. El propio Vaticano ha situado en Barcelona a monseñor Omella, obviando las peticiones de una parte importante de la comunidad local para que el arzobispo de una de las grandes diócesis de Europa estuviera bajo el mando de un obispo catalán. El movimiento de la Santa Sede ha sido muy significativo y admite una lectura política. Las recientes declaraciones a la revista 'Vida Nueva' de Pietro Parolín, secretario de Estado del Vaticano, de que en Cataluña se debe «respetar la legalidad vigente», no admite dudas.

Urkullu, socialcristiano

El Gobierno de Urkullu, un lehendakari que se ha declarado sin tapujos socialcristiano, se ha marcado tres prioridades. La estabilidad económica, lo cual tiene mucho que ver con la lucha contra la desigualdad y la rehabilitación de los mas desfavorecidos, un campo en el que la Iglesia vasca esta haciendo una ingente tarea. También el avance en la pacificación definitiva y la normalización de la convivencia tras décadas de terrorismo y vulneración de derechos humanos, en la que cuestiones como la memoria y la situación de los presos de ETA van a suscitar fuertes tensiones. En este campo la Iglesia vasca arrastra una larga tradición y obispos eméritos como Juan María Uriarte y José María Setién siguen marcando doctrina. Además, el derecho a decidir suma apoyos políticos y amplia respaldo social. El nacionalismo gobernante ha fijado ya una posición a las puertas de una probable reforma constitucional. La comunidad eclesial vasca no va a poder mantenerse al margen de este debate y tendrá que consensuar un discurso.

Munilla e Iceta han orillado la cuestión política, aunque ambos han suscrito posiciones, sobre todo en el ámbito de la pacificación, divergentes con la postura de sus antecesores. Elizalde tampoco entrará en política. Su misión es otra. Los tres son obispos muy jóvenes. El de Bilbao tiene 50 años, el de San Sebastian, 54, y el electo de Vitoria, 55, una veintena menos que su antecesor. A los tres les sobra tiempo y energía. Iceta gobierna la diócesis con calma y pragmatismo, desde una óptica posibilista, mientras sube enteros en el Episcopado donde se valora su participación en el reciente Sínodo. Munilla actúa sin complejos pese a la desafección de una parte de su clero mientras sortea sus encontronazos con la clase política y esquiva los rumores que le sitúan en tiempo de descuento. Pero el obispo de San Sebastián es un tanque. En la diócesis no ha habido escándalos graves y la tensión, aunque se mantiene, no va a mayores. El Vaticano ha seguido el mismo patrón a la hora de elegir a los tres prelados desde que decidió cambiar el rumbo de la Iglesia vasca, entonces con obispos de laboratorio, que ahora ha remachado. Curiosamente, a Elizalde le ordenó en 1987 José María Cirarda, testigo del Concilio y totem de la Iglesia vasca.






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