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martes, 15 de septiembre de 2015

Un Refugio llamado Euskal Herria

Nunca se hubiese imaginado el joven tunecino Mohamed Bouazizi que su acto de protesta sería utilizado por la OTAN para llevar guerra y caos a todo el norte de África y al Medio Oriente.

Las muy acotadas libertades logradas en Tunez como consecuencia de su inmolación resultaron pequeñas velas que pronto se extinguieron en la oscura noche que se adueñó del área cuando Washington y sus aliados desataron a sus peores monstruos en forma de "grupos rebeldes" para desestabilizar a los gobiernos de Libia, Egipto y Siria, tres países clave en el control de la producción, distribución y venta de hidrocarburos. La nueva e intensamente cruel y despiadada cruzada liderada por el Premio Nobel de la Paz Barack Obama también sirvió para que Israel intensificara su campaña genocida en contra del pueblo palestino.

Egipto cayó y la paz no ha podido llegar a ese país.

Libia cayó y la saña con la que el imperio persiguiera a Muhammar Gadaffi y a sus hijos nos brindó uno de los momentos más tétricos en la historia reciente, la demencial risotada protagonizada por Hillary Clinton en televisión abierta al enterarse de el asesinato del lider libio a manos de una banda de mercenarios en una carretera del asediado país magrebí.

Pero Siria resistió y a los halcones estadounidenses asesorados por sus contrapartes israelíes se les ocurrió la idea de crear al grupo terrorista más letal que ha conocido el Oriente Medio desde que saliera de ahí el Ejército Británico, un letal engendro denominado Estado Islámico (ISIS, ISIL, DAESH).

Hoy, para beneficio de Europa y sus sed de mano de obra barata, miles de personas huyen para encontrar refugio de la locura homicida de la OTAN y sus grupos "rebeldes".

Es así como algunos de estos seres humanos desplazados por la avaricia desmedida de unos cuantos y la inclinación belicista de otros cuantos se encaminan hacia una tierra que durante décadas, si no es que siglos, ha tenido que sortear los embates de la ocupación extranjera que se ha manifestado en su propia sangría de refugiados económicos y políticos pero que ahora abre sus puertas para recibirlos.

Lean esta nota publicada en El Mundo:

Refugiados rumbo a Euskadi

'No podemos olvidar que vienen de una guerra, necesitamos psicólogos'

Beatriz Rucabado
Ropa, enseres para habilitar pisos, servicios de traducción, donaciones, viviendas vacías, cursos de formación, empleos... El drama de los miles de refugiados que llaman a las puertas de Europa, y que en las próximas semanas empezarán a llegar a Euskadi, ha conmovido a la sociedad vasca. Las instituciones y los colectivos que llevan años trabajando para apoyar a los refugiados están recibiendo una ola de ofrecimientos y muestras de solidaridad con los que los vascos quieren prestar su apoyo a quienes se han visto obligados a abandonar sus países huyendo de conflictos bélicos en países como Siria, Irak, Eritrea y Afganistán. «La respuesta de la gente está siendo muy buena», dicen en CEAR-Euskadi, donde el goteo de ofrecimientos es constante y llega tanto desde particulares como desde organizaciones.

Algunos incluso se ofrecen voluntarios para acoger a familias o niños en sus propios hogares, un extremo al que tanto las instituciones como las ONG creen que no hará falta llegar, porque «el sistema de protección» está ya en funcionamiento y los recursos públicos y de colectivos como Cruz Roja, CEAR, Accem y Cáritas serán suficientes. Además de que quienes trabajan en el dispositivo coordinado que se ha puesto en marcha esta misma semana con instituciones y ONG consideran que estos recursos son, precisamente, los que mejor van a garantizar que la atención que reciban los refugiados sea «uniforme». «Que no haya refugiados de primera y de segunda», resume la directora de Convivencia de la Diputación de Gipuzkoa, Maribel Baquero.

Aparte de que, precisan en Cruz Roja, es necesario «un estudio riguroso» y la realización de todos los pasos previos para poder garantizar «la idoneidad de las familias de acogida», un proceso similar al de los programas de acogimiento familiar. Además de que «sin un conocimiento en profundidad de las familias refugiadas» tampoco es posible «canalizar estos alojamientos».

En cualquier caso, tras conocer que las personas refugiadas que deberá asumir Euskadi rozará el millar, 931, y en qué situación, todos los ofrecimientos son registrados y bienvenidos, a la espera de concretar las colaboraciones cuando se conozca con precisión los recursos disponibles y las necesidades reales. Además, el secretario general de Cáritas en Euskadi, Ramón Ibeas, incide en la necesidad de la coordinación de todas las acciones que se lleven a cabo. «La solidaridad es buena, pero mal canalizada puede llegar a hacer daño», dice. Y hace hincapié en lo positivo de comprobar que a la sociedad no se le ha «endurecido el corazón», pero que todos los ofrecimientos «materiales y personales, de voluntariado», hay que ordenarlos.

Para ello, esta misma semana, el Gobierno vasco, las diputaciones y los ayuntamientos pusieron en marcha un grupo de trabajo interinstitucional y un comité operativo técnico en el que también participan las organizaciones no gubernamentales con experiencia en el trabajo con refugiados.

Así, las instituciones están ya haciendo inventario de los recursos públicos de los que disponen para atender a la llegada de los refugiados. En Bizkaia, la responsable de Inserción Social e Igualdad, Teresa Laespada, afirma que la diputación dispone de 150 plazas de alojamiento y 500.000 euros de la partida de los presupuestos reservada para situaciones extraordinarias.

De la misma manera, también Álava prevé movilizar 92.000 euros de su fondo de emergencia y ha detectado 70 plazas propias de la Diputación que, pendientes de una evaluación que confirme su adecuación, estarían disponibles para acoger a las personas refugiadas. En Gipuzkoa, la Diputación dispone asimismo de al menos 80 plazas en los albergues de Hondarribia y Zarautz. A este inventario hay que sumar además los recursos municipales y los de instituciones como Cáritas, Cruz Roja, CEAR y Accem.

La directora de Convivencia de la Diputación de Gipuzkoa advierte, no obstante, de que algunas de estas plazas están previstas para «una primera fase», tras la que será necesario acompañar a estas personas en su inserción completa en la sociedad vasca. «Tenemos que tener claro que estas personas vienen de un conflicto bélico y que posiblemente algunos se queden aquí y se insertarán en la vida social de los pueblos», destaca.

Así lo ve también el secretario general de Cáritas en Euskadi, quien destaca que toda la sociedad debe trabajar para que quienes lleguen al País Vasco encuentren en la sociedad vasca «un futuro que sea el buscado por ellos».

En las etapas de acompañamiento de las personas migrantes, las organizaciones tienen una amplia experiencia. Por eso, Ibeas advierte que no debe caerse en errores como los que se cometieron en la época de la guerra de los Balcanes, cuando se produjeron algunas «masificaciones» en las acogidas, o se englobó en la misma respuesta a grupos que, en realidad, eran muy diferentes.

También explica que, aunque está previsto que quienes lleguen a Euskadi lo hagan ya con el estatuto de refugiado, con el reconocimiento de derechos que esto les otorga y que tanto la comunidad autónoma como España les reconoce, las organizaciones desconocen de momento la situación en la que llegarán, incluso desde el punto de vista mental y emocional. «No podemos olvidar que vienen de una guerra, y probablemente nos hagan falta psicólogos especializados en emergencias», resalta.

Entre quienes han ofrecido su labor voluntaria en CEAR, de hecho, se encuentran psicólogos, pero la organización explica que barajan la posibilidad de que sea necesario contar con profesionales con formación y experiencia y casos de asilo y en emergencias.

Las traducciones y el aprendizaje del idioma serán también otro de los aspectos clave, y las organizaciones están de hecho recibiendo también ofertas de ciudadanos dispuestos a ayudar. Algunos, explican en CEAR, son personas que han recibido su apoyo cuando llegaron a Euskadi y que ahora quieren hacer también su aportación. Por el momento, sin embargo, las organizaciones ni siquiera saben los idiomas con los que tendrán que trabajar. «No sabemos ni si el puente de interlocución será el inglés o el árabe clásico, que aunque no sea el que hablen en los países, puede abrir puertas», explica Ibeas.

Entre los recursos propios y los ofrecimientos de la ciudadanía, las organizaciones e instituciones tienen claro que el primer momento, el de la «acogida de emergencia», dicen en CEAR, va a estar «cubierto». Lo que les preocupa, no obstante, es lo que vaya a ocurrir después, «cuando de repente esto ya no sea noticia». Y muchos coinciden en recordar que Euskadi lleva tiempo acogiendo a personas migrantes y solicitantes de asilo. «Nos preocupa un poco el foco que se está poniendo en Siria, y que se puedan crear refugiados de primera y de segunda», inciden.

El secretario general de Cáritas Euskadi resalta que la gente sigue ayudando y que lo ha hecho «en todo el periodo de crisis», pero advierte también de que la crisis de los refugiados es consecuencia de un problema geopolítico que hay que resolver, un llamamiento que también han hecho estos días portavoces del Gobierno vasco, que han llamado a las instituciones europeas a poner en marcha una política efectiva y en el origen para poner fin da los conflictos.




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