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lunes, 18 de agosto de 2014

Entrevista a Pablo Malo

En este blog somos enemigos acérrimos de la equidistancia, la ambivalencia, la tibieza y/o la imparcialidad. Ante la brutalidad con que ha ejercido el poder el estado español en contra de distintos pueblos y naciones desde hace más de 500 años, no podemos ver como se puede cuestionar los actos de resistencia en contra de una clase política que aplaude los genocidios étnicos y culturales de ayer y de hoy.

Dicho lo anterior,les compartimos esta entrevista llevada cabo por Deia al director del filme "Lasa y Zabala", Pablo Malo:


“Aún no hemos tomado la suficiente distancia para hablar del conflicto vasco”

A un mes de su estreno en el Zinemaldia, Malo se muestra tranquilo por el resultado de ‘Lasa eta Zabala’, que lleva a la pantalla el brutal asesinato de los dos miembros de ETA

Juan G. Andrés

El cubo grande del Kursaal luce estos días un gigantesco 75, el número de ediciones que ha cumplido la Quincena Musical. En poco más de un mes la cifra se convertirá en 62 y el cine tomará el relevo. Pablo Malo (Donostia, 1965) desfilará por la alfombra roja del Zinemaldia para presentar, fuera de concurso, su tercer largometraje, Lasa eta Zabala, protagonizado por Unax Ugalde.

Finalizada la posproducción, dice estar más tranquilo. ¿Por qué?

-Cuando la gente se enteró de que iba a hacer esta película, muchos no me felicitaban: me daban el pésame. Sabíamos que podía generar controversia por el tema que trata. Antes de rodar ya nos recriminaron estar contando la historia de dos miembros de ETA cuando esa organización ha matado a cerca de mil personas. Esas acusaciones son un poco gratuitas porque la de Lasa y Zabala es una de las historias trágicas de este país, como lo han sido las de Gregorio Ordóñez, Ortega Lara o Miguel Ángel Blanco. Siempre he dicho que no tendría ningún problema en contar esos casos también, me sentiría igualmente cómodo porque tengo muy claro que la violencia no es el camino.

¿Recuerda el revuelo que originó ‘La pelota vasca’ en el Zinemaldia?

-No son casos comparables. Julio Medem presentó su película en 2003, cuando ETA seguía atentando y las sensibilidades estaban más a flor de piel. Ahora, sin lucha armada, es diferente. De hecho, creo que Lasa eta Zabala no habría sido posible con atentados de ETA. Además, nos hemos basado en el sumario: son hechos probados, los tribunales internacionales ratificaron las condenas… En ese sentido voy tranquilo, aunque es cierto que al hacer una película sobre el tema te estás posicionando.

¿Y cuál ha sido su posición?

-La misma de siempre: que es una salvajada utilizar las cloacas del Estado para este tipo de barbaridades que nos han acercado más a dictaduras como las de Videla o Pinochet que a una democracia real… No hemos hecho una película panfletaria ni maniquea, no hemos cargado las tintas hacia ningún lado. Hemos contado una historia que objetivamente fue una salvajada. No hay otra forma de verla: no se puede apoyar el secuestro de dos chavales, torturarles durante semanas en La Cumbre, llevarlos a Alicante y pegarles tres tiros. Estoy enfrente de quien piense que esa es una forma de hacer las cosas.

¿Teme quedarse entre dos aguas? Cuando usted dijo que no quería hacer “pornografía de la violencia”, algún sector próximo a la izquierda abertzale expresó el temor de que dulcificara la historia...

-Y eso me molesta porque no la hemos dulcificado en absoluto. No queríamos obviar lo que ocurrió y yo no podía contarlo en off: no iba a alejar la cámara de lo que sucedió. Tenía que meterme en las celdas donde aquellos jóvenes fueron torturados… No hay que hablar de buenos y malos, cada uno se retrata en esta película como lo que ha sido. Me gustaría que gente de distintas sensibilidades y procedencias saliera del cine pensando que no se puede combatir la violencia con violencia de estado porque te pones a una altura que no es democrática ni higiénicamente lógica. Nadie se puede sentir orgulloso de lo que pasó en este país en esa época (por la guerra sucia) ni de lo que ha ocurrido durante 50 años (por los atentados de ETA). Si la gente, independientemente de su ideología, sale del cine pensando que esto nunca debió suceder, será positivo.

¿Qué dicen quienes ya la han visto?

-La ha visto una reducida parte del equipo y personas de distintas sensibilidades políticas. En general, todos coinciden en que en lo cinematográfico está muy bien y políticamente no se ha escorado hacia ningún lado. Unos echarán de menos algunas cosas y otros, otras. Con este tema siempre habrá gente que crea que no arriesgas lo suficiente, que eres tibio o que te posicionas. Aún no hemos tomado la suficiente distancia para hablar del conflicto vasco. Las barbaridades que se han hecho se irán contando, igual que han contado las suyas los irlandeses y los ingleses.

En el Zinemaldia habrá prensa extranjera. ¿Siente curiosidad por su reacción?

-Especialmente por ver qué dicen los franceses, irlandeses, ingleses… Me gustaría que nos dieran un trato similar al de películas que también contaron historias impactantes como Agenda oculta, En el nombre del padre, The Boxer o Bloody Sunday.

¿Le da miedo que las consideraciones políticas ensombrezcan los valores cinematográficos del filme?

-Sí, porque era una película muy compleja de hacer. Era difícil que saliera bien pero parece que hemos tenido la suerte o la habilidad de estar a la altura. Es verdad que al tratar un hecho real, la parte cinematográfica se puede diluir un poco, pero la gente dice que la acción transcurre muy rápido, que el guion de Joanes Urkixo funciona, que los actores rayan a un nivel altísimo, que la mezcla de castellano y euskera no chirría… Además, la película también funciona como thriller.

Cuando la participación de ‘Lasa eta Zabala’ en el Zinemaldia era casi un secreto a voces, se pensaba que iría a concurso. ¿No era así al inicio?

-Siempre pensé que estar en el Zinemaldia con esta película tan compleja era ciencia ficción. Hay gente que da por hecho que un largometraje, por el mero hecho de ser vasco, debe estar en el Zinemaldia, y eso me parece un error. Deben estar las películas que se lo merezcan, no puede establecer una cuota de cine vasco para Zabaltegi o la Sección Oficial porque sería como pagar un impuesto absurdo: eso no hace bien al cine vasco. ¿Por qué estamos fuera de concurso? Eso compete al comité de selección, pero creo que estamos en el mejor escaparate.

¿Pero le habría gustado competir por la Concha de Oro?

-Sí, porque veo que la película puede tener salida fuera y viajar a países europeos o suramericanos. No la veo solo como una película para salas comerciales.

En cierto modo, no tener la presión de competir será un alivio...

-Yo siento alivio al pensar que si nos ofrecieron entrar en la Sección Oficial era porque la película lo merece. Cuando el trabajo está bien hecho, le puedes sacar peros por un lado u otro, pero yo voy tranquilo. Creo que estaba más agobiado cuando presentamos Frío sol de invierno en Zabaltegi, hace diez años. Lo del concurso da igual, porque las críticas son las mismas: buenas o malas. Tengo muchas ganas del pase del cubo grande: con la sala llena se puede crear una sensación intensa porque hay situaciones que sobrecogen. En el pase de Madrid, uno de los actores salió conmocionado y el forense Paco Etxeberria, que en su día participó en el caso y nos ha asesorado en la película, también ha quedado muy impactado.

Coincide usted en la Sección Oficial con ‘Loreak’, de Garaño y Goenaga, sus compañeros de la generación Kimuak, que sí concursarán.

-Me alegro un montón por ellos… Es lo que decía antes: si su película está ahí es porque merece la pena. Son trabajos que se defenderán bien porque el comité de selección no va a ser tan insensato de escoger películas que puedan salir mal paradas. Estamos ahí por derecho propio… Por fortuna, el Gobierno vasco y ETB apoyan nuestro cine frente a otras autonomías que han dejado de entrar en proyectos cinematográficos, pero los directores vascos también están haciendo su parte con películas que participan en festivales y que esperemos que hagan buena taquilla.

¿Y después del estreno?

-En esta profesión no puedes hacer planes a corto plazo. Hace un año y medio estaba preparando una película con un guion mío que al final se cayó. Entonces me llegó el inesperado encargo de Lasa eta Zabala. Ahora tengo pendiente un proyecto interesante, una coproducción europea, pero estoy abierto a cualquier oferta. De todos modos, tengo guiones propios que me gustaría rodar pero la profesión está muy difícil, quizá más para quienes hemos apostado por hacer cine desde aquí: en Madrid les resulta extraño que les digas que quieres seguir trabajando en casa. Pienso que trabajaría con más continuidad si estuviera en Madrid, pero no me arrepiento de mi apuesta.




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