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sábado, 9 de mayo de 2009

Otra Transición

Una de las lecturas más curiosas (por no decir idiotas) que se ha dado a los "detalles" de la toma de posesión de Francisco Javier López, misma que la propia ultra-derechista Arantza Quiroga abarató al llamarlo "Don Patxi" en lugar de usar su nombre completo como una diligencia de esa naturaleza requería, es que al hacerlo Patxi colocó su mano sobre el Estatuto de Gernika en lugar de sobre una biblia lo cual según esta lectura indica un triunfo del socialismo sobre la derecha.

A estos que creen que es símbolo de nuevas libertades no usar una biblia para una ceremonia que solo es el toque final a un fraude electoral les recordamos que ese mismo día y poco antes el mismo Patxi ese tan socialista había jurado lealtad a la corona española, misma que está representada por un militar franquista. Quien crea que eso es socialismo no ha leído nunca a Marx.

Pero bueno, para abundar en este tema de la transición de un gobierno de derecha bajo el PNV a uno socialista les presentamos esta editorial de Gara:

Una transición a ninguna parte

El PSE interpreta la investidura y toma de posesión de Patxi López como nuevo lehendakari en términos de «cierre definitivo de la transición democrática en Euskadi y en toda España», según las palabras utilizadas el jueves en Gernika por el portavoz parlamentario de ese partido, José Antonio Pastor. Unas palabras que, a pesar de las posteriores matizaciones de compañeros de partido como Ramón Jáuregui -candidato del PSOE al Parlamento Europeo- o Mikel Cabieces -delegado del Gobierno español en la CAV-, siguen mereciendo el respaldo del partido, a juzgar por la máxima relevancia de la que aún ayer disfrutaban en su página web oficial, www.socialistasvascos.com.

Cabría interpretar que Pastor sostiene que desde la muerte del dictador hasta la entrega de la makila por parte de Ibarretxe, en la CAV no ha existido una democracia real, plena. Sin embargo, en ese periodo los únicos cambios estructurales han sido involutivos. Y blindar el statu quo es, por definición, lo opuesto a «transición». Tampoco sería descabellado concluir que el PSE da por definitivamente concluido un ciclo político en Hego Euskal Herria que se abrió con el fin de la dictadura fascista y se cierra, simple y llanamente, con su ascenso al poder.

Lo que en realidad Pastor desnudó en Gernika fue la silenciada estrategia política que el PSOE ha seguido en los últimos años y cuyo último jalón se ha cubierto con el desalojo del PNV del poder. Durante el proceso de diálogo abierto hace cuatro años, dijeron reconocer la existencia de un conflicto político, y se mostraron dispuestos a buscar una solución. A todas luces, ese conflicto político sigue abierto, no se ha superado en ninguno de sus aspectos esenciales. En alguno de ellos, incluso, se ha agravado. Por lo tanto, tratar de sellar la configuración política de este país por la vía de los hechos consumados no es otra cosa que pretender cerrar en falso y a la desesperada una herida que sangra a borbotones. Si la idea era que algo cambie para que todo permanezca, hace tiempo que esa transición a ninguna parte se consumó. Ahora bien, la idea de democracia se consumió con ella.

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