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viernes, 24 de abril de 2009

Rodríguez-Medel : Optar por el Pueblo

Este texto ha sido publicado en Gara:

Patxi Belasko, Marcelo Alvarez y Lander García | Ahaztuak 1936-1977

Memoria y honor al comandante Rodríguez-Medel


"Ayer noche, a causa de un accidente desgraciado ocurrido en el cuartel, dejó de existir el comandante jefe de la Guardia civil de Navarra don José Rodríguez Medel. Descanse en paz".

Así rezaba la escueta nota, difícil de ver si no se busca intencionadamente, que daba cuenta de la muerte de José Rodríguez-Medel Briones, jefe de la comandancia de la Guardia Civil en Nafarroa. Aparecía en la esquina izquierda de la portada del independiente periódico «Diario de Navarra», en la edición perteneciente al día 19 de julio, y debajo de la soflama golpista con la que el general Emilio Mola declaraba el estado de guerra inaugurando con ella el tiempo de miedo y muerte que se abatiría desde ese día sobre esa tierra y sobre toda la geografía peninsular tras las banderas de la «Nueva España».

«Accidente desgraciado» fue como se definió desde el recién instaurado poder militar en aquel momento al asesinato a tiros y por la espalda de Rodríguez-Medel. Años después, los escritos burocráticos del instaurado régimen militar fascista se referirían a él como muerto en Iruñea por oponerse al Glorioso Movimiento Nacional, y en 1942 la Dirección General de la Guardia Civil certificaría que había fallecido a consecuencia de heridas de armas de fuego, motivadas por disparos producidos en los primeros momentos de la revolución y por consecuencia directa de la misma. Con la misma cínica y mentirosa terminología serían reflejados también gran parte de los asesinatos de los más de 300 vecinos de Iruñea asesinados en la matanza que inauguraba su muerte, que serían casi 3.500 en Nafarroa y decenas de miles en todo el Estado.

Desde Ahaztuak 1936-1977 queremos con este escrito recordar y reivindicar la memoria democrática del comandante José Rodríguez-Medel y de su actuación. Honrar la memoria de un hombre de honor que defendió hasta las últimas consecuencias la voluntad popular representada en la legalidad republicana. Un hombre que, por el cargo que ocupaba, tenía una completa información sobre el golpe fascista que venía gestándose en Nafarroa desde hacía tiempo de mano y dineros de Tomás Domínguez Arévalo, Conde de Rodezno, de los requetés carlistas de Baleztena y del Burgo, de la Falange, de la Iglesia, de la prensa reaccionaria encabezada por Raimundo García García, el famoso Garcilaso del «Diario de Navarra», y dinamizado por el director, el general Emilio Mola. Un hombre que siendo sabedor de todo ello y plenamente consciente de la posición de total inferioridad en que se encontraba, se negó a secundar a Mola y a los golpistas, intentando el mismo 18 de julio llevar las tropas a su mando hacia Tafalla para intentar desde allí resistir a aquél. Un hombre que, teniendo todas las facilidades para ser parte del bando vencedor, de los nacionales, de los que ganaron la guerra, tomó partido por la defensa de la legalidad popular eligiendo su puesto entre los rojos, entre los perdedores. Un hombre que eligió ser víctima en vez de convertirse en victimario y parte de la brutal estrategia represiva que se ponía en marcha, al contrario de lo que hicieron la mayor parte de sus compañeros de cuerpo... Razones de sobra como vemos para honrar al comandante de la Guardia Civil José Rodríguez-Medel por su actuación, por su posicionamiento, engrandecido además por las circunstancias totalmente favorables para que hubiese adoptado el contrario. Homenaje merecido y agradecido por nuestra parte también porque en nuestra memoria, en la memoria de las víctimas, nuestras ausencias, nuestro llanto y nuestro dolor han venido muy a menudo aparejados a los guardias civiles que vinieron a llevarse a nuestro familiar, a los guardias civiles que lo golpearon y torturaron, a los que formaron el pelotón de fusilamiento... Algo, todo ello, que engrandece aún más la acción y el honor de Rodríguez-Medel y también la de algunos de sus compañeros que en Iruñea y en el resto de la península actuaron de forma parecida y a los que también queremos honrar y recordar.

Al comandante José Martínez Friera y al capitán Ricardo Fresno Urzaiz, de la misma comandancia de la GC de Iruñea, que secundaron a Rodríguez-Medel y aún hoy permanecen desaparecidos junto a tantos otros navarros. Al cabo Máximo Ocampo Cid, al que combatir a los insurrectos asturianos en el Octubre del 34 le mejoró tanto las ideas que en el 36 se enfrentó al golpe militar, llegando a comandante de división del Ejército Popular Republicano para, tras la derrota, engrosar las filas de la guerrilla asturiana y, tras ser apresado, ser fusilado en el cementerio de Oviedo y arrojado a la fosa común junto a otros 1.700 antifascistas. A Bernabé Lopez Calle, primero guardia segundo de caballería y después comandante Abril y jefe de la Agrupación Guerrillera Fermín Galán de las serranías andaluzas de Ronda y Grazalema. A los generales Escobar y Aranguren.

En el acto de homenaje a Rodríguez-Medel habrá una silla cubierta con la bandera republicana y en la que reposarán, tendidos, un ramo de claveles rojos. Simbolizarán al honrado en el acto y a todos los caídos en la lucha por la libertad y frente al fascismo, y especialmente en este acto a todos aquellos militares y miembros de la Guardia de Asalto y Guardia Civil que optaron por la voluntad popular frente al fascismo. Unos claveles rojos que además, por ser 25 de abril, llevarán el aroma de la memoria de los cravos portugueses y nos recordarán que tanto en el 36 como en el 75 con uniforme, si se quiere, también se puede optar por el pueblo.

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