Un blog desde la diáspora y para la diáspora

lunes, 10 de marzo de 2008

Panfletario

Este escrito (con el que concordamos al 100%) ha sido publicado en Rebelión:


Pamphlet

Mikel Arizaleta

Leí en Rebelión los dos artículos de Santiago Alba Rico y Carlos Fernández Liria: En defensa del voto y eta también vota. La verdad es que leo con fruición los artículos de ambos. He releído el libro de Educación para la Ciudadanía de Carlos/Pedro Fernández Liria y Luis Alegre Zahonero. Pero he de confesar que eta también vota me pareció una justificación bastante imbécil ante no sé quién. “(eta) Ha votado contra un hombre que no iba a votar al PP. Ha votado contra los que, contra el PP, defendían a duras penas la negociación. Ha votado también contra algunos de los que defendemos el derecho a la autodeterminación. Ha votado contra las víctimas de la doctrina Garzón y contra muchos de los que nos opusimos al sumario 18/98. Y ha votado, antes de todo eso, contra el mínimo de decencia que se debe imponer a sí mismo un grupo que sigue pretendiendo ser, contra todas las evidencias, revolucionario y emancipador”. Perdonad, pero tiene cierto regusto panfletario. He paseado por la playa de Lekeitio con Bertrand Russel en mis manos y he recordado lo anotado por Peter Weiss en Convalecencia sobre aquel 25 de octubre de 1970, libro publicado por Hiru de Eva Forest. Que muy bien pudieran servir, a mi juicio, de comentario a los artículos de Santiago y Carlos. Peter Weiss rememora las sesiones del Tribunal Internacional en 1967, el Tribunal Russell, contra USA y su guerra en Vietnam, se acusa a Washington de etnocidio planificado y ejecutado, de emplear el genocidio como medio en su lucha contra el socialismo. De Gaulle, al igual que otros muchos, prohibió por entonces que tal Tribunal se reuniera en Francia. Hoy nadie niega que la sentencia del tribunal Russell, si pecó de algo, es de quedarse corta en la calificación de la maldad de los poderes de USA y en la cobardía de los países del mundo ante el poder hegemónico. Fue un etnocidio en toda regla, una de las grandes bestialidades cometidas por humanos.

Y en el fragor de la batalla y en el dolor de muerte y tortura de estos días en Euskal Herria me ha llegado el veredicto de otro tribunal, el Internacional de los Ciudadanos, celebrado en la ciudad de Bruselas –también con dificultades parecidas a las que tuvo el tribunal Russell en 1967- entre los días 22 al 24 de febrero, por el que se condena a Israel por la guerra contra el Líbano llevada a cabo entre el 12 de julio y el 24 de agosto de 2006, se condena a Israel como culpables de crimen de guerra, de crímenes contra la humanidad y crimen de genocidio. Está fuera de toda duda que el gobierno de Israel lleva muchos años siendo un gobierno criminal, asesino y genocida; su postura ante los palestinos de Gaza en nada envidia a la de los nazis en el geto de Varsovia, cuando el 16 de noviembre de 1940 cerraron los 22 accesos, sólo que ésta es más inhumana aún por celebrarse después de aquella. De nuevo la voz del judío vienés, perseguido en aquella, Erich Fried:

Habéis sobrevivido
a quienes os torturaban.
¿No pervive hoy
su tortura en vosotros?

Pero en nuestro mundo el problema no es sólo Israel y su gobierno, son, como dice Danilo Zolo en su libro La justicia de los vencedores. De Nuremberg a Bagdad, nuestros gobiernos. Resulta difícil encontrar en nuestros días un gobierno, europeo o con poder mundial, que no sea criminal y asesino. Las historias de nuestros gobiernos son historias para no vivir, son relatos de depredadores y malas bestias, ejemplos a esconder, urdimbres de cloaca. La política al servicio de los bajos instintos, los parlamentos al servicio del crimen, del poderoso, multiplicando en proporción geométrica la pobreza, la desigualdad, la irracionalidad en el mundo, vendiendo medievalismo, tortura, mentira, panfleto y sumisión. Las guerras perdidas son consideradas crímenes internacionales mientras que las guerras ganadas, aunque se trate de guerras de agresión que comportan una clara violación de derecho internacional, no están sometidas a reglas y los vencedores no sufren ninguna sanción política o jurídica. “En nuestro tiempos los tribunales sin fundamentos legales, instituidos por el vencedor para juzgar, condenar y ahorcar a hombres, políticos y generales de los pueblos vencidos -bajo el nombre de criminales de guerra- son un signo inquietante de turbación espiritual” (Benedetto Croce). Existe una “justicia de los vencedores”, que se aplica a los derrotados y oprimidos, con la connivencia de las instituciones internacionales, el silencio de gran parte de los juristas académicos y la complicidad de los medios de comunicación. Hoy la justicia se llama sumisión y es oprobio para el pobre. Ejemplo claro de lo que hoy día es un gobierno español es el Sahara, la República Árabe Saharaui Democrática, un pueblo abandonado y vendido a Maruecos en 1976 por un plato de intereses, un pueblo en el 2008 abandonado, y errante en un desierto de muerte, por un gobierno de los denominados “demócratas” del mundo, de esos que dan lecciones a otros.

Estos días, que en parte de la península ibérica se han celebrado elecciones, han recorrido nuestros pueblos y ciudades asesinos del mundo, gente que con corbatas y sonrisas contribuyen con su silencio, cooperación y cobardía a que Israel siga asesinando en el Líbano y Palestina, a que lo presentado en Afganistán como una “misión de paz” a favor del pueblo afgano se haya transformado en una auténtica guerra de agresión con el apoyo de las tropas angloamericanas. Hoy la OTAN provoca la muerte cotidiana de civiles inocentes bombardeando las regiones del sur de Afganistán, en particular las de Kandahar y Helmand, con la ilusión de vencer con el terror la resistencia del pueblo pastún. “La única función que las instituciones internacionales parecen capaces de cumplir hoy en día es de carácter adaptativo y legitimante (de los poderes existentes). Quizá sea por esto por lo que aún se les mantiene, ... para desempeñar una función legitimadora, acomodaticia y apologética del status quo impuesto por las grandes potencias”.

¿Y qué decir de Euskal Herria, de la gran Nafarroa, del dolor de nuestro pueblo, de los haces de tonterías y panfletadas, que oímos de las fuerzas gubernamentales a diario o tras cada asesinato, tortura o atentado ciudadano llevado a cabo contra gente de nuestro pueblo? ¿Qué decir cuando se tilda a eta de banda, de asesinar cobardemente por la espalda, de tiro en la nuca...? ¿Realmente se está hablando de eta o de nuestro gobierno? ¿Realmente se está hablando de eta o de la ertzaintza, guardiacivil o policía nacional? Porque ¿quién anda por nuestras calles embozado y a tiros? ¿Quién dispara más veces a bocajarro entre nosotros de frente, por la espalda y lateralmente en manifas, reivindicaciones, concentraciones o críticas a poderosos? ¿Quién te pide identificación desde dos ojos escondidos y armados de mala manera? ¿Quién pone en los periódicos dianas, carteles, fotos y se busca? ¿Quién ha puesto tan sólo hace unos días en la diana del chivateo, de la muerte y la tortura a Oroitz Aldekoa y Agurne Salterain? ¿O es que si hace mi amigo es bueno pero si lo hace mi enemigo es malo? ¿Y con qué razón la hacen? Las más de las veces desde la impunidad y la desvergüenza ¿Quién ha escuchado sus retractos, quién su perdón? A menudo hablan de democracia quienes son terroristas. Su palabra se ha vuelto panfleto, sus obras son, con frecuencia, iniquidad.


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