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lunes, 18 de febrero de 2008

Echeverría | España Neofranquista

Esta reflexión nos llega gracias a Rebelión:

¿Son neofranquistas el gobierno represor español y el juez Garzón?

Pedro Echeverría V.


Es realmente indignante que en España, país muy admirado por millones de personas en América, se observe un gran desprecio y se desate una cruel represión contra el país vasco, en especial contra la organización independista ETA (que lleva más de un cuarto de siglo luchando por la liberación de ese país del dominio español), y que el partido antes legal electoral, Herri Batasuna, haya sido ilegalizado y perseguido por no querer subordinarse a las disposiciones neofranquistas de las leyes expresamente hechas para prohibirlo. Da la impresión que el sector más conservador y reaccionario del pueblo español (el que llora al dictador Francisco Franco) apoya al PSOE y al PP, al gobierno represor y al poderoso juez Baltasar Garzón que usa todas sus mañas de leguleyo para perseguir y encarcelar a luchadores sociales de izquierda. Cuando este abogaducho juzgó al asesino Pinochet el mundo aplaudió, aunque no sabía que días después Pinochet lograría su libertad.

Las manifestaciones en Madrid y Barcelona para repudiar la invasión y la guerra de Irak (guerra criminal impulsada por Bush, Blair y Aznar) fueron enormes y muy combativas aquel 20 de marzo de 2003 y en los días siguientes. Quizá todos los manifestantes pensábamos que el gobierno del PP de Aznar se caería por el enorme descontento del pueblo español; seguramente también el candidato del PSOE Rodríguez Zapatero sintió que ganaría fácilmente la Presidencia. Pero no transcurrieron muchos meses de aquella brutal invasión yanqui, apoyada por el gobierno neofranquista de Aznar, cuando por la prensa comenzamos a enterarnos de que su partido (PP) llevaba la delantera en las encuestas electorales sobre el PSOE. Muchísima gente nos preguntábamos: ¿Qué pasa en España? ¿Son los encuestadores los que manipulan las cifras o la mayoría de los electores españoles son francamente conservadores, de derecha o neofranquistas?

El PSOE iba a ser derrotado cuando los de Al Qaeda bombearon trenes en Madrid aquel 11 de marzo de 2004. El PP (por su odio a ETA maniobró y la culpó de las bombas) por eso perdió las elecciones y ganó el PSOE tres días después. La realidad es que el conservadurismo español no me ha quedado claro. Muchos en América, al admirar los gigantescos avances materiales e ideológicos en Europa, pensaron que su historia y el desarrollo de su tecnología se reflejaba inevitablemente en concepciones filosóficas y políticas más avanzadas y modernas, que harían del continente europeo el espacio más democrático y igualitario del mundo. El problema, sin embargo, es que muchas veces se olvida que los países de la vieja Europa han mantenido durante siglos regímenes aristocráticos feudales y capitalistas que han bloqueado mucho el desarrollo ideológico de sus pueblos. Además de la enorme riqueza material y social que ha rodeado a las clases dirigentes.

PSOE y PP, si tuvieron algunas diferencias en 1975, cuando el dictador falleció, eran realmente mínimas. El primero navegó siempre con la bandera de socialista y de izquierda y mucha gente le creyó; por el contrario el Partido Popular fue presentado siempre como “franquista” y de extrema derecha y los electores, igual, creyeron. Sin embargo, después del gobierno de Felipe González (1982/96) ya no se encontraba diferencia alguna. El PSOE no solo no actuó como socialista sino que además de abiertamente represor se puso al servicio del capital internacional. Repitió lo que han hecho otros partidos “socialistas” y “comunistas” en los gobiernos de Italia, Francia, Alemania, etcétera. Hoy Zapatero se comporta como Aznar obedeciendo las presiones de Mariano Rajoy, líder del PP. La pregunta es: ¿Actúan los líderes del PSOE y PP por cuenta propia o responden a la ideología conservadora de la mayoría de los electores?

Madrid en 1937, durante la defensa de la República contra los generales dirigidos por Francisco Franco, se defendió con gallardía y rechazó la invasión. Lo mismo se podría decir de otras ciudades y regiones que, siguiendo al gobierno izquierdista de la República, rechazaron con gran valentía a los restauradores del orden monárquico. Sin embargo, después de más de tres años (1936/39) de grandes batallas entre obreros, campesinos, sectores populares, por la República, las tropas del ejército encabezado por Franco (con el abierto apoyo de los ejércitos de Mussolini y Hitler) lograron derrotar y descabezar el gobierno de la República Española, que apenas pudo gobernar con paz, democracia y libertad durante cinco años. Se restauró la monarquía y Franco inició una dictadura que habría de durar unos 36 años. El gobierno de Lázaro Cárdenas rompió relaciones con ese gobierno dictatorial y México abrió sus puertas para recibir a miles de refugiados españoles.

Los gobiernos de Alemania nazi y de la Italia fascista, de Hitler y Mussolini, respectivamente, junto al gobierno español del general Franco, formaron un trío de gobiernos asesinos. Sin embargo, durante la Segunda Guerra (1939/45) esos gobiernos gozaron en sus respectivos países del apoyo de los capitalistas más poderosos de cada nación, así como del alto clero católico. La derrota y desaparición de los líderes de los dos primeros países ayudó a Italia y a Alemania a cambios importantes dentro el sistema capitalista y al desarrollo de una conciencia republicana más profunda. Esa situación no se dio en España porque la dictadura franquista, que no fue barrida por los países aliados, garantizó el fortalecimiento de la monarquía hereditaria y de toda la clase aristocrática antirrepublicana. Por eso el PP, heredero directo del franquismo, y el PSOE, sedicente “socialista”, tienen que gobernar al servicio del neofranquismo.

El llamado “socialismo” del gobierno de Zapatero y del rey español, Juan Carlos, es el mismo neoliberalismo económico y político de los gobiernos de EEUU y del Reino Unido, pero también de los otros países capitalistas que conforman el llamado Grupo de los 7 o de los 15. Las diferencias entre ellos son de poder mundial o de chovinismo de gran nación. En sus países practican la democracia burguesa formal (esencialmente electoral) en la que los distintos grupos empresariales y financieros se alternan el poder. Pero como en España, se persigue a las verdaderas oposiciones que se proponen cambios de raíz en la estructura económica y política. Esa parece ser la causa por la que los gobiernos españoles del PSOE y el PP, por medio de su juecesito Garzón, han desatado una gran persecución, con el calificativo de terroristas contra los miembros de ETA y del partido electoral Batasuna.




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