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jueves, 22 de febrero de 2007

A 70 Años de Cabo Matxitxako

Este relato acerca de la batalla naval de Cabo Matxitxako ha sido distribuido en el Euzkaldunen Hitza de la Euzkal Etxea San Nicolás:

COMBATE NAVAL DE CABO MATXITXAKO

Extraído de www.euskomedia.org

PRELIMINARES

A comienzos de marzo de 1937 las fuerzas navales franquistas se hallaban desplegadas por todo el Cantábrico, bloqueando la costa, con el fin de interceptar la llegada a puertos republicanos de dos mercantes vascos.

Uno era el Mar Cantábrico, de la Compañía Marítima del Nervión, que venía de Veracruz (México) con un importante cargamento de armas. El otro era el Galdames, de la Compañía Auxiliar Marítima, que iba a salir de Bayona para Bilbao con 173 pasajeros, cinco toneladas de monedas de níquel acuñadas en Bélgica para el Gobierno Vasco y carga general.

Efectivamente, en las últimas horas del día 4 de marzo salió de Bayona el Galdames (capitán Hilario Urriz).

Poco después se encontró con los cuatro bous que habían salido de Bilbao para darle escolta: el Gipuzkoa (comandante Manuel Galdós), Nabarra (comandante Enrique Moreno), Bizkaya (comandante Alejo Bilbao, y Donostia (comandante Francisco Elortegi).

También se había destacado más al Norte al destructor republicano José Luis Díez para dar protección lejana al grupo pero su comandante aprovechó la ocasión para desertar; el día 5 entró el destructor en Burdeos y allí, una vez saboteado el buque, su comandante y varios oficiales se pasaron a los rebeldes.

A la altura de Bilbao se había situado el crucero rebelde Canarias (capitán de fragata Salvador Moreno) con el fin de impedir la entrada en puerto de cualquiera de los dos mercantes esperados.

El Canarias era un moderno crucero pesado con blindaje en sus partes sensibles, capaz de alcanzar los 34 nudos de velocidad y armado con 8 cañones de 203,2 mm, 8 de 120 mm y otros menores; lo tripulaban más de mil hombres.

Por su parte, el Gipuzkoa, Nabarra y Bizkaya eran simples bacaladeros sin protección que alcanzaban con dificultad los 11 nudos de velocidad y a los que se había armado con 2 cañones de 101,6 mm cada uno. El Donostia era aún más pequeño, con una velocidad parecida y armado con dos cañoncitos pequeños. Las tripulaciones de los cuatro barcos apenas sumaban 180 hombres en total (…). La superioridad del Canarias sobre los bous vascos era abrumadora.

EL PRIMER ENCUENTRO

Llevaba el Galdames por su banda de estribor el Nabarra y el Donostia y por babor el Gipuzkoa y el Bizkaya. Había una fuerte marejada de poniente que dificultaba la marcha del convoy.

En la oscuridad, el mercante fue desviándose poco a poco de su ruta, cayendo hacia estribor y obligando a los bous que iban por esa banda, el Nabarra y el Donostia, a seguir rumbos más al Norte de lo previsto. Debido a la mala visibilidad y a que los buques iban con las luces apagadas y la radio en silencio, el Gipuzkoa y el Bizkaya, que habían mantenido el rumbo previsto, perdieron el contacto con el resto del grupo.

Al amanecer, ambos buques trataron de localizar de nuevo el convoy, rastreando el Gipuzkoa desde cabo Villano hacia Santoña, mientras el Bizkaya navegaba hacia el Este desandando el camino.

La búsqueda resultó infructuosa y cuando ambos buques regresaban a Bilbao se toparon inesperadamente con el crucero Canarias situado a unas 20 millas al Norte del Abra bilbaína.

El Canarias avistó sólo al Gipuzkoa que venía de la parte de Santoña y abrió fuego contra él. Eran entonces las 13 horas 30 minutos. El Gipuzkoa puso rumbo a Bilbao a toda máquina y contestó al fuego. A los pocos minutos una salva del Canarias le alcanzó. Un impacto le desmontó el cañón de popa y otro provocó un incendio en el puente. Además 5 tripulantes resultaron muertos y muchos otros heridos.

Pero el Gipuzkoa continuó disparando y alcanzó a su vez al Canarias produciéndole un muerto y un herido.

Persiguiendo al Gipuzkoa, el Canarias se colocó al alcance de la batería costera de Punta Galea que empezó a disparar para ayudar al bou. En seguida, el crucero rebelde hizo rumbo Norte y se retiró y el Gipuzkoa, incendiado y con serias averías, pudo entrar en Portugalete.

Entretanto, el Bizkaya se había topado cerca de Matxitxako con un misterioso mercante, de bandera estoniana, que había apresado el Canarias poco antes del combate. Resultó ser el inglés Yorkbrook que transportaba armas. Inmediatamente el Bizkaya, aprovechando que el Canarias se hallaba ocupado con el Gipuzkoa, le ordenó seguirle y entró con él en Bermeo, recuperándose así el buque y el armamento.

EL SEGUNDO ENCUENTRO

Al resto del convoy se habían unido ahora dos pesqueros de arrastre, Pantzeska y Joseba Mikel, que volvían a puerto una vez finalizado su trabajo diario.

El grupo venía confiado, ajeno a lo que había ocurrido, ya que la información disponible no hablaba para nada de la presencia del Canarias y además se había arriado la antena de la radio para hacerle un repaso.

Cuando se volvió a izar empezaron a recibirse llamadas de aviso comunicando la presencia del Canarias en aquellas aguas.

Se puso rumbo Norte para salir de la zona pero al poco rato fueron avistados por el Canarias. Inmediatamente abrió fuego contra el Galdames. Eran las 14 horas 45 minutos.

El Galdames, para evitar víctimas entre el pasaje, izó bandera blanca y paró las máquinas. Disparó luego contra el Donostia y finalmente contra el Nabarra.

El comandante del Nabarra, Enrique Moreno, a pesar de la desigualdad de fuerzas, decidió presentar batalla al crucero y hundirse combatiendo antes que rendir su barco (v. MORENO PLAZA, Enrique). Puso rumbo a tierra y ordenó contestar al fuego.

El Pantzeska y el Joseba Mikel aprovecharon este momento para ponerse a salvo.

Durante más de dos horas el Nabarra sostuvo combate con el Canarias hasta que un disparo del crucero le alcanzó directamente en las calderas.

El Nabarra no tenía salvación y hubo que abandonarlo.

El comandante, el primer oficial Ambrosio Sarasola y algunos más prefirieron quedarse a bordo y hundirse con él.

Sólo 20 de sus 49 tripulantes lograron alcanzar los botes salvavidas, siendo recogidos luego por el Canarias.

El Donostia, que había permanecido al margen por el escaso alcance de su artillería, puso entonces rumbo a Francia; entraría en Arcachón el día 6 de madrugada.

El Canarias volvió entonces sobre el Galdames y le ordenó dirigirse a Pasajes. Días más tarde, el 8 de marzo, el Canarias apresaba también al Mar Cantábrico.

DESPUÉS DEL COMBATE

Como resultado del heroico combate sostenido, los bous sufrieron 34 muertos y numerosos heridos.

Se perdieron definitivamente, además del Galdames, dos bous: el Nabarra, hundido, y el Donostia que quedó internado en Francia hasta el fin de la guerra. El Gipuzkoa permaneció en reparación cerca de dos meses y sólo continuó en activo el Bizkaya, con lo que las escoltas de convoyes tuvieron que suspenderse.

Los 20 supervivientes del Nabarra que fueron hechos prisioneros por el Canarias, fueron juzgados unos meses después y condenados a muerte pero la intercesión directa ante Franco del comandante y del director de tiro del Canarias hicieron que se les indultara y se les pusiera en libertad en reconocimiento a su valentía. No tuvieron la misma suerte la tripulación y pasajeros del Galdames que hubieron de sufrir largas condenas de prisión y alguno fue fusilado.

En memoria de los caídos este día, el Gobiemo Vasco en el exilio instituyó en 1977 el «Itxas Gudarien Eguna» que suele celebrarse en Bermeo en uno de los primeros domingos del mes de marzo.

Juan PARDO SAN GIL

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