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miércoles, 15 de noviembre de 2006

Puntualizando Conceptos

Este escrito ha sido publicado en Deia:

Soberanía y ámbito de decisión

Endika Zapirain

Cada vez es más complicado entenderse con las palabras/conceptos. Por eso, es necesario tratar de los contenidos que aplicamos a cada uno de ellos. Así por ejemplo, ¿qué se quiere decir con?: Soberanía; Independencia; Autodeterminación; Capacidad de Decisión del Pueblo vasco; Ámbito de Decisión; Democracia; Libertad; Solidaridad; Estado; Nación; etc. Así, en una interminable lista de conceptos y actitudes confusas y, demasiadas veces, contradictorias. Cada uno de estos conceptos, obviamente, requeriría una reflexión específica. En éste artículo, nos limitamos a los dos señalados en el título.

Ámbito de decisión

Los pesoístas de aquí y de allí, insisten, como en toda su historia, en la unidad e indivisibilidad de la patria española y, por tanto, en una única soberanía: España. A partir de ahí, estarían los "ámbitos de decisión" correspondientes a las comunidades autónomas, entre ellas, Euskadi. Franco, también decía básicamente lo mismo "mientras no se ponga en peligro el régimen y la unidad e indivisibilidad de la patria española…" podía ser… Efectivamente, "ámbitos de decisión" existían, también, en el franquismo: Familia; Diputaciones; Ayuntamientos; Sindicato vertical; Clubes deportivos; Empresas de producción y de servicios, etc.

Es decir, había muchos ámbitos de decisión en el régimen, aunque, muy controlados desde los aparatos del Estado, desde la ortodoxia del régimen. De esta manera, se mantuvo en el poder hasta la muerte el principal dictador.

Ahora también, obviamente, se dan "ámbitos de decisión" de todas clases. El Estatuto de Gernika es uno de ellos, incumplido por los sucesivos gobiernos del PP y PSOE (como es bien conocido, todavía, después de 26 años no se ha completado). Además, este sistema, tal y como está planteado, queda al albur de leyes orgánicas de las instituciones españolas; de la voluntad del gobierno español de turno y los tribunales correspondientes. Es decir, de la soberanía española a la que se refieren, una y otra vez, los portavoces, representantes y hablantes del PSOE, en cualquiera de sus ámbitos de actuación. (Las siglas de las ramas -comunidades autónomas- cambian, pero el tronco es único, indivisible y vertical: PSOE).

Lamento sobremanera que el PSOE no cambie de chip mental y se abra a nuevos planteamientos más acordes con valores democráticos y derechos humanos y, por tanto, de los Pueblos. No se puede dar por bueno lo que se ha establecido por la fuerza a lo largo de la historia y se mantiene hoy por el mismo sistema, previsible en la Constitución (Art. 8). Eso será lo que sea, pero no es democrático. Lo democrático, entre otras muchas cosas, es tener en cuenta lo que siente, piensa y decide, libremente, la ciudadanía consciente y bien informada. Lo está expresando periódicamente, con bastante claridad, en las encuestas.

Soberanía

Hoy, como hace ya muchas décadas, la Soberanía y la Independencia son limitadas en todas partes. La interrelación e interdependencia entre países es evidente. Ni siquiera EE.UU. es independiente pleno. Efectivamente, EE.UU. también necesita de otros países. Esto es obvio, cualquiera lo puede verificar. Compruébese las exportaciones/importaciones de bienes y servicios e intercambios de personas de diferentes especializaciones. Lo cual no significa que nuestro Pueblo y los ciudadanos/as que habitamos en él, no aspiremos a tener nuestra propia Soberanía, limitada, como los demás. No más, no menos. Esta es la cuestión: cuando los jóvenes, mujeres y hombres de este País dicen, una y otra vez, que quieren decidir su futuro libremente, lo están expresando, con todas las consecuencias, es decir, sin limitaciones del Estado español, sus instituciones y tribunales. La fuerza de estas convicciones es enorme: 70/80 % de la ciudadanía. Pero lo más importante es que estas convicciones de los que vivimos aquí, en Euskadi, no están basadas en el ideario nacionalista como algunos pretenden, peyorativamente, interpretar, "cosas de los nacionalistas", "historias de los nacionalistas", etc. Es mucho más universal y, por tanto, sólido.

Es absolutamente natural que los vascos de origen defendamos con normalidad, convicción y firmeza nuestro estatus como Pueblo diferenciado, como cualquier otro. Es igualmente normal que los que proceden de otros lugares y se han instalado aquí de forma permanente, se identifiquen con naturalidad con esta tierra y sus gentes con los que comparten su vida. Lo cual no significa que renuncien a sus vínculos naturales con su país de origen (España, Ecuador, Rumania, Senegal, etc.) pero tienen la intuición, en base a datos objetivos, que es mucho mejor para ellos, sus familias y su futuro, que Euskadi sea una Nación libre, con todas las capacidades de decisión que le permitan el desarrollo normal de sus potencialidades, sin trabas de ninguna clase. Esto no impide, en modo alguno, que se mantengan excelentes relaciones y colaboración con las comunidades del Estado español y el propio Estado. Pero las limitaciones tienen que venir, únicamente, como es obvio, de las instituciones europeas, no de España. La ciudadanía vasca no pretende decidir sobre los demás -como insiste alguno, confundiendo, de nuevo, Derecho y ley-, quiere decidir, exclusivamente, sobre Euskadi. Son los aparatos e instituciones del Estado los que vienen decidiendo sobre "lo nuestro" aplicando leyes obsoletas.

Finalmente, es importante señalar y tener muy en cuenta que los sentimientos arraigados en la ciudadanía vasca sobre su vocación de tener un estatus propio como Nación, no son alterables por el tiempo, están ya en la genética, no se van a mutar. Esta cuestión es irreversible, como lo demuestra la historia, y, por tanto, es inútil que algunos pretendan arreglar el llamado "conflicto vasco" con "paños calientes" o con un "ámbito de decisión" dependiente, en última instancia, de España. Acuerdos entre diferentes sí, rotundamente, pero respetando de forma exquisita, el derecho del Pueblo vasco, sus ciudadanas y ciudadanos, a decidir su futuro sin restricciones de ninguna clase.

Un derecho básico no es negociable. Se pueden negociar los procedimientos, el método para hacerlo efectivo, pero nunca el derecho mismo. Esto es evidente y obvio, y no requiere demasiadas explicaciones.


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