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jueves, 19 de octubre de 2006

Entrevista a Javier Iturriaga

Esta entrevista al joven jugador de futbol vasco-mexicano Javier Iturriaga ha sido compartida en Vascos México:

«Mi situación en el Athletic todavía es de meritorio»

Iturriaga, el último rojiblanco que ha debutado en el primer equipo, compagina el fútbol con los estudios de Ingeniería

Igor Camaño | Bilbao

JERSEY BLANCO con choto, pantalón vaquero, zapatillas y una mochila surfera al hombro repleta de apuntes y libros. Por la puerta de la Escuela Superior de Ingenieros de Bilbao pasan cientos de chavales así al cabo del día. Cientos. Pero sólo uno acaba de debutar con el Athletic. Él. Javier Iturriaga (México, 23 años el próximo 3 de noviembre) entra en la Escuela como uno más. La tregua del día de descanso en Lezama se rompe por la tarde. Le aguardan unas horas curiosas. Entre los libros que le esperan figura uno de 368 páginas titulado ‘‘Cinemática de mecanismos. Análisis y diseño’’. El título de ingeniero industrial requiere eso y más. A Iturriaga le sobran ganas. Para el fútbol y para los estudios.

Lo de los libros, ¿es porque no se fía del fútbol?

El fútbol es inestable. Hoy estás en la pomada pero no puedes asegurar que estés mañana. Aparte de tener la tranquilidad de mi actual profesión siempre he querido tener otra carrera. No es algo imposible. Se puede.

¿Cómo lo lleva? Dicen que ser ingeniero cuesta bastante.

Iba muy bien, pero desde que me centré en el fútbol lo llevo un poco más lento. Ahora me dedico al cien por cien al fútbol y los estudios son algo complementario. Pero no quiero dejar de estudiar por nada del mundo. Compaginar ambas cosas requiere sacrificio, pero como todas las cosas.

Con lo bien que cobran los futbolistas, ¿ya le merece la pena tanto esfuerzo?

A mí sí. Creo que es algo más seguro que el fútbol. Siempre me ha gustado la construcción, e ingeniero industrial era lo más parecido a lo que quería hacer. Además, me ayuda a liberar la mente y me quita parte de la tensión del fútbol.

Será el más famoso de la clase.

Para nada. Salvo algún compañero que empezó la carrera conmigo, el resto no me conoce. Paso desapercibido. Si sigo jugando quizá cambien las cosas. Algún profesor sí que le ha preguntado por mí a algún compañero, pero no tengo ningún trato de favor, eh, que quede claro -bromea-.

Para seguir jugando primero hay que debutar. Ya lo ha hecho. ¿Sueño cumplido?

Está claro. Debutar con el Athletic es lo que cualquier jugador de aquí quiere. Y sobre todo con la victoria, que es lo más importante y lo que más necesitábamos.

Toda la vida deseando que llegue ese instante y cuando llega, ¿qué? ¿Muchos nervios?

Sí, porque daba la impresión de que todo iba a ser muy rápido. Vi que a Pablo le pegaron un golpe en la rodilla en los primeros minutos de la primera parte. Sarriugarte me mandó a calentar y parecía que iba a ser un cambio inmediato. ‘‘Bueno, parece que me toca’’, me dije a mí mismo. La verdad es que esos instantes iniciales sí fueron momentos de nervios. Como el cambio no fue hasta después del descanso me dio tiempo a tranquilizarme, a centrarme lo máximo y a intentar concentrame en el papel que me tocaba cumplir.

Un 1-3 en el marcador no parece mal escenario para debutar. Los hay peores.

No te creas. Con ese marcador y quedando menos de la segunda parte tienes la obligación de ganar. La responsabilidad de aguantar el resultado y de que no pase nada extraño es grande. Y más pasando lo que nos pasó. No fue tan fácil como parecía.

¿Cuál es su balance personal de ese primer partido?

Estoy contento. Muy contento. Pero sobre todo por la victoria del Athletic. Mi actuación es muy difícil enjuiciarla, y mucho más por mí mismo. Creo que lo más positivo de mi actuación fue el debut en sí. Pero, insisto, lo principal fue el triunfo, que lo necesitábamos como el comer.

¿Le ha sorprendido el nerviosismo y la presión que rodean al equipo rojiblanco?

Sí es cierto que había cierto nerviosismo en los aficionados por todo lo que se vivió el año pasado, pero la plantilla confiaba en sus posibilidades y en que pronto llegara una victoria. Ahora lo vemos todo con más optimismo.

¿Se ha visto ya en la tele?

Todavía no. Una tía mía grabó el partido pero todavía no he pasado a recoger la cinta.

Todo lo malo tiene una cara positiva. Las lesiones de Tiko y Orbaiz, ¿aumentan sus opciones de jugar?

Lo primero que hay que decir es que son dos bajas muy importantes para nosotros. Sarriugarte siempre ha comentado que confía en toda la plantilla y que todos tenemos que estar preparados para jugar en cualquier momento. Por la cercanía de la posición quizá fuera así, pero no creo que influya. Hay otros compañeros que pueden jugar en esa posición y Félix no tiene ninguna obligación de ponerme a mí. Mi situación en el equipo todavía es de meritorio. Si tengo que salir de inicio en algún encuentro, bienvenido sea. Ojalá. Pero soy consciente de que hay otros compañeros que pueden jugar ahí y que tienen más experiencia que yo.

Véndase como jugador. ¿Qué tipo de futbolista es?

Es difícil. Me considero un jugador completo pero que no destaca en nada. Si tengo que citar alguna característica mía diría trabajo, humildad e ilusión. Soy más jugador de lucha y entrega que de otras facetas técnica.

Dejando el fútbol a un lado, ¿por qué nació en México?

Por casualidad. Mis padres y mi familia son de aquí. Mi aita es de Bedia y mi ama de Zarautz. Tres de mis hermanos han nacido en Zarautz. Pero mi padre, que también es ingeniero, se marchó a trabajar a México y por eso nací allí. Ellos estuvieron diecisiete años viviendo allí. Yo, hasta los trece años. Después nos vinimos aquí y empezamos otra nueva vida -ahora reside en Getxo con sus padres-.

¿Es el único futbolero de la familia?

No. Mi hermano Iñigo ya estuvo en el Bilbao Athletic hace nueve años. Vino de México, donde ocupaba plaza de extranjero, y quería seguir jugando al fútbol. Después del filial anduvo cedido en el Amurrio. Entre que estudiaba Económicas y que perdió la ilusión se quedó por el camino. Él junto con mi padre son mis principales hinchas.

El primer gol, ¿para quién?

No se cómo, pero se lo dedicaré a la familia. Llegar aquí cuesta mucho. Y mantenerse, más.
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