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jueves, 19 de enero de 2006

Contubernio y Traición

Este escrito nos ha sido enviado por correo electrónico como contraste al que publicamos ayer por parte del profesor Arrondo:

OBEDIENCIA INDEBIDA

Iker Gallastegi

El consejero de Interior del Gobierno vascongado, señor Balza, ha dejado claro que si el acto de Batasuna para el próximo sábado 21 de enero es prohibido, su Departamento no solo acatará la decisión sino que «la ejecutará», a pesar de considerar que semejante prohibición judicial supondría «un problema político y una inconveniencia social».

Como nacionalista vasco, nunca he comprendido por qué el Partido Nacionalista Vasco, y su Gobierno vascongado, obedecen e imponen injustas y represivas leyes españolas en la CAV, además con tanta euforia y deleite. El PNV ha considerado injustas y antidemocráticas varias leyes aprobadas por los gobiernos españoles. Así lo ha manifestado públicamente, aunque sospecho que con bastante demagogia pues, ante la evidencia de su proceder, me temo que le da igual que esas leyes, además de ser españolas y antivascas, sean justas o injustas (¡sobre todo si le benefician!). Dice que está «obligado» a obedecerlas, que «no puede hacer otra cosa»... y no sólo las obedece él, sino que nos las impone violentamente a los demás. Me parece impropio de un partido que se denomina nacionalista vasco y se tiene por democrático.

Cipayos, harkis, karpos

El sociólogo Fermín Gongeta escribió en GARA (20-8-05) un artículo muy interesante titulado «A buen entendedor...», (¿Lo habrá entendido el PNV?), en el cual demuestra, con los ejemplos de «cipayos» en la India, «harkis» en Argelia y «Consejo Judío» y «karpos» en la Alemania nazi cómo, históricamente, los gobiernos opresores e imperialistas han contado, tanto en el aspecto policial para mantener el orden como en el político y administrativo para aparentar ser democráticos, con la colaboración de sectores autóctonos en la naciones y pueblos que han conquistado y subyugado.

¿Hasta cuándo va a seguir el Partido Nacionalista Vasco emulando a «cipayos», «harkis» y «karpos» y arrastrando en su sucia estela a EA, EB y Aralar? Ese partido nació hace más de 110 años (julio 1895), precisamente para conseguir que los vascos no tuviésemos que obedecer leyes españolas. ¿El destino que nos brindan hoy a los vascos el actual Euskadi Buru Batzar del PNV (¡antiguamente partido patriota!) y el Gobierno títere vascongado es el de ser sumisos y colaboracionistas como ellos? ¿Servilmente acatar injustas y antidemocráticas leyes españolas e imponerlas violentamente en la Comunidad Autonómica Vascongada?

En los juicios de Nuremberg (después de la Segunda Guerra Mundial) los generales y altos mandos de la Alemania nazi alegaban, uno tras otro, «obediencia debida» y «la obligación de cumplir la ley», para tratar de eludir su responsabilidad personal en los crímenes de guerra y de genocidio que cometieron. Esas «excusas» fueron invalidadas jurídica y moralmente para siempre. ¡Todos ellos fueron condenados!

No cumplir órdenes injustas

¡Ninguna persona digna debe cumplir leyes ni órdenes que sabe son injustas! Mucho menos jactarse de ello como lo suele hacer, cual si virtud fuere, el representante del Partido Nacionalista Vasco en los debates políticos matinales de los sábados en la emisora Radio Euskadi. Y muchísimo menos imponérnoslas con rencorosa violencia policial, como lo han venido haciendo los ofuscados y engreídos sucesivos jefes cipayos de la Ertzaintza.

Estimo que prestarse a semejante proceder es, desde el punto de vista patriótico, una miserable y rastrera traición a los ideales diáfanos y sinceros que motivaron la fundación del Partido Nacionalista Vasco. Y desde el aspecto ético y moral, considero que todo aquel que obedece una orden o impone una ley a sabiendas de que es antidemocrática e injusta, no tiene dignidad.

Por lo tanto, aunque estoy seguro de que muchos de los simpatizantes y militantes del PNV sí lo son, es evidente que los burukides del Euskadi Buru Batzar, los jauntxos que controlan el partido y los consejeros del Gobierno vascongado (incluidos los de Eusko Alkartasuna y Ezker Batua), ni son patriotas ni son personas dignas.


Este es el comentario que acompañaba al texto:

En estos dos artículos están planteados dos nacionalismos. En el de Arrondo nada se dice del cipayo Balza, ni de los traidores. Un alegre y mágico "ahora todos" le resuelve su problema de definición política. Listo, ya zafó del problema. Dijo y no dijo. En cambio Iker, un verdadero nacionalista, dice las cosas como son. Su abuelo había escrito aquello de "¡Y un día nos fusilarán!". Por lo pronto, ya los apalearon, les rompieron vértebras, les cerraron las sedes, los torturaron en sede policial...

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