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viernes, 1 de febrero de 2002

Urzainqui : Conquista de Navarra

En este blog iremos publicando pasajes de la historia de Navarra para sustentar nuestra postura con respecto a los derechos políticos del pueblo vasco (navarro): su autodeterminación y a recuperación de su soberanía.

Este texto ha sido extraído del libro "La Navarra Marítima" de Tomás Urzainqui, mismo que fue publicado por la editorial Pamiela en 1998:

Fernando II de Aragòn, rey Catòlico consorte de Castilla, llevaba tiempo incomodando a los monarcas navarros con el objeto de camuflar y justificar sus intentos agresores y expansionistas y atacar al Reino de Navarra. A tal efecto, y con fecha de 17 de julio de 1512, publicò un falso texto del Tratado de Blois, que decìa estar firmado por Luis XII de Francia y los Reyes de Navarra, en el que les atribuìa acuerdos perniciosos para los intereses de Castilla. El verdadero Tratado de Blois fue firmado posteriormente, el dìa 18 de julio, y no hay en él un solo artìculo, ni una sola clàusula que se parezca a las estipulaciones del Acta amañada por los leguleyos àulicos de Fernando el Catòlico.

Basàndose en este falso documento y en una Bula de excomuniòn contra los Reyes de Navarra -al parecer también falsas, pero que nunca fueron desmentidas por la Santa Sede, y atribuidas al papa Julio II-, y sin previa declaraciòn de guerra, el 21 de julio de 1512 el ejército castellano rompiò la frontera por la Burunda e invadiò Navarra. Para septiembre del mismo año la mayor parte del Reino estaba ocupada, a pesar de lo cual la guerra se extendiò durante 12 largos años, de 1512 a 1524.

Después de esta usurpaciòn por Fernando el Catòlico, màs conocido por el Falsario, se llevaron a cabo varias contraofensivas de reconquista del Reino por D. Juan III de Albret-Labrit, su legìtimo rey. Asì, en la pretendida segunda reconquista, el 23 de marzo de 1516, fue el Mariscal Pedro de Navarra -que era muy querido y respetado por los navarros- quien pasò desde la Baja Navarra con un cuerpo de 1200 hombres hasta Isaba, donde se le unieron 120 roncaleses. Pero en aquellos desfiladeros le esperaban las tropas del coronel castellano Hernando de Villalva, natural de Plasencia, siendo hecho prisionero y tratado inhumanamente por dicho coronel, persona de caràcter despòtico, por no abjurar y mantenerse fiel a su legìtimo rey. Fue llevado preso a la fortaleza de la villa de Atienza por orden del Cardenal Ximenez de Cisneros, Arzobispo de Toledo, hombre vengativo, ambicioso y de un temperamento férreo.

Llevaba dos años allì, cuando el 29 de mayo de 1518 le fue a visitar Diego de Hurtado en nombre del Emperador Carlos I y V de Alemania, ofreciéndole el perdòn y la restituciòn de su hacienda, honores y oficios, a cambio de juramento de fidelidad. Don Pedro de Navarra, por escrito escribiò lo siguiente:

"Una vez màs suplico, con toda humildad posible a su Majestad, se sirva demostrar conmigo la magnificencia que ha de esperarse de semejante Majestad, devolviéndome la libertad entera y el permiso de ir a servir a quien estoy obligado. La fidelidad, la limpieza que su Alteza quiere y estima de sus servidores, yo podré guardarla a los mìos, y por ello me tornaré cautivo y esclavo de su servicio."

La respuesta fue su traslado a Simancas, donde el 24 de noviembre de 1522, tras años de continuos maltratos, fue asesinado degollado. Segùn los historiadores, le quitaron la vida como castigo por su entereza y lealtad a sus legìtimos Reyes de Navarra.

A la muerte de Juan III de Albret-Labrit, le sucediò su hijo Enrique II, nacido en Sangüesa, quien a los tres años de su entronizaciòn como Rey de Navarra se aliò con su futuro cuñado y amigo Francisco I de Francia -Enrique casò con Margarita de Angulema, hermana de Francisco- para tratar de recuperar los territorios invadidos y usurpados por los castellanos desde los tiempos de Alfonso VIII.

Enrique II creò a tal efecto el Ejército de Reconquista de Navarra formado por navarros, bearneses y gascones, y en mayo de 1521, al mando de Andrés de Foix, Señor de Asparros, y de Pedro de Navarra, hijo, entrò en la Baja Navarra desde Bearne, liberando la capital San Juan Pie de Puerto. En San Juan se presentaron al Rey todas las fuerzas de la Sexta Merindad, poniéndose Navarra entera en movimiento en favor de su legìtimo Rey D. Enrique II, y siendo los roncaleses los primeros en alzar la bandera de la independencia.

La ciudad de Pamplona viviò escenas de aborrecimiento hacia el ocupante castellano, y el Palacio Real, utilizado por el virrey de Castilla, fue invadido por una multitud que arrastrò por el lodo el escudo de los Asturias. Sublevada la ciudad, los regidores de Pamplona prestaron juramento a su legìtimo Rey Enrique II de Navarra el dìa 19 de mayo, capitulando seguidamente la fortaleza. El Capitàn General Don Pedro de Navarra -hijo del Mariscal del mismo nombre, prisionero entonces en Simancas- se puso al frente del alzamiento en la Merindad de Olite; la Merindad de Tudela hizo lo mismo siguiendo a Don Pedro Peralta, hijo del Marqués de Falces, y los estelleses atacaron la guarniciòn castellana, que capitulò. El Ejército de Reconquista no encontrò obstàculo ante sì y recorriò en triunfo desde el Pirineo hasta las orillas del Ebro.

Sin embargo, el General Asparròs no supo aprovechar el entusiasmo de los navarros, y en lugar de seguir los consejos de asegurar las posiciones ganadas, fortificarse y esperar el resto del ejército, avanzò sobre Logroño que estaba defendido por el Condestable de Castilla al mando de unos 15,000 hombres, fuerzas superiores a las suyas. Asparròs se viò obligado a retirarse hasta la cuenca de Pamplona, seguido muy de cerca por los castellanos.

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